Armas químicas
Primera Guerra Mundial
El uso moderno de armas químicas comenzó con la Primera
Guerra Mundial, cuando ambos bandos del conflicto utilizaron gas venenoso para
infligir sufrimiento atroz y considerable número de bajas en el campo de
batalla. Dichas armas consistían esencialmente conocidas sustancias químicas
comerciales introducidas en municiones habituales como granadas y proyectiles
de artillería. Entre las sustancias químicas empleadas se encontraban el cloro,
el fosgeno (un agente sofocante) y el gas mostaza (que provoca dolorosas quemaduras
en la piel). Los resultados fueron indiscriminados y a menudo devastadores. Se
produjeron casi 100.000 muertes. Desde la Primera Guerra Mundial, las armas
químicas han causado más de 1 millón de muertes en todo el mundo.
Como resultado de la indignación pública, en 1925 se firmó el Protocolo de Ginebra que prohibió el uso de armas químicas en la guerra. Si bien fue un gran paso, el Protocolo presentaba una serie de lagunas significativas, tales como la falta de prohibición del desarrollo, la producción o el almacenamiento de armas químicas. Otro aspecto problemático es que muchos Estados que ratificaron el Protocolo se reservaron el derecho de usar armas prohibidas contra Estados que no eran partes en el Protocolo o como represalia en caso de que se utilizaran armas químicas contra ellos.
Segunda Guerra Mundial
Guerra Fría
Durante el período de la Guerra Fría, se observó un
significativo desarrollo, fabricación y almacenamiento de armas químicas. En
las décadas de 1970 y de 1980, se calcula que unos 25 Estados estaban
desarrollando capacidades relativas a armas químicas. No obstante, desde el fin
de la Segunda Guerra Mundial, según informes, se han utilizado armas químicas
solo en pocos casos, principalmente en Iraq en la década de 1980 contra la
República Islámica de Irán.


Comentarios
Publicar un comentario